domingo, 7 de octubre de 2012

Marhuenda me resulta entrañable...


...Pero entrañable en su subnormalidad, en su prototipo de miserable-total que es en sí mismo: todo en él (¿ello? ¿eso? ¿cosa?) parece salido del subproducto de un giñista (un aspirante a guionista de estos que perpetran sus truños con las teclas en su excretorio (escritorio-váter)...

Marhuenda en la escuela era ese cutrempollón (ese niño que intenta pasar por empollón... pero que da risapena), ese gafotas ruín -una especie de Milhouse Van Houten pero a mala leche y de familia facha- que después de aprenderse (y hace un rato precisamente acaba de presumir de memoria, aunque no histórica...) devotamente el Himno y todo lo que le dijeran desde Arriba -y no digamos a la mañana en misa... (¿y sin excluir chupársela al cura?: “por el amor de dios”, que le diría el páter...)- se chivaba de todo cristo -"señooo, señooo: Jaimito ha dicho una palabrotaaaa"-, y claro, luego ya en el insti le puteaban...

SUS AÑOS DE PLOMO

Fueron entonces unos años duros duuuros para Marhuenda: en su habitación, quizá después de cascársela con fotos de alguna prima suya (esa que había estudiado en Esclavas del Sagrado Corazón... que no veas después de la esclavitud cómo le había sentado el estirón...), podías verle a Marhuenda ahí, dando puñetazos en el aire, en gayumbos, en la oscuridad para tumbar así de forma imaginaria a los que no tenía cojones de enfrentarse en la realidad: Marhuenda imaginándose a sí mismo como el "llegó la ley" contra todos aquellos que en el insti le manteaban en el pasillo o le encerraban en las taquillas, después de cachondearse de p.ej. su tendencia a la chepa...

"SERÉ VUESTRO CASTIGADOR"

...Pero ahora Marhuenda sí que se está vengando de "todos esos gamberros" que sólo existen ya en su imaginación enferma: desde sus portadas de La Sinrazón, impagables (pero porque no hay dios que pague por esa basura)...

Triste, muy triste el caso Marhuenda.

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